Otro silencio – Giorgio Agamben

Mientras los media dedican todo su espacio a la guerra en Ucrania y en Gaza y cuentan, lo que al parecer aman hacer, los muertos palestinos e israelíes, ucranianos y rusos, otro pueblo ha sido una vez más ignorado: los armenios que, para no ser exterminados, se vieron constreñidos a dejar atrás el país donde vivían. Tras la ofensiva militar de los azeríes en septiembre de 1923, Nagorno Karabakh o la República de Artsakh, como lo llamaban sus habitantes armenios, quedó perimida su existencia. Como ha ya ocurrido muchas veces antes en esta región, los confines se vieron nuevamente rediseñados, y enteras poblaciones fueron diezmadas y desplazadas en nombre de la limpieza étnica. Cuando, hacia el final de la Primera guerra mundial, la Federación transcaucásica, que había sido creada en 1917 por armenios, azeríes y georgianos, fue disuelta y el territorio conquistado por los rusos, Nagorno Karabakh, si bien estaba poblado en un 98 % por armenios, fue asignado por Stalin no a la república socialista soviética armenia, sino a la azerbaiyana. A partir de aquí, luego de la disolución de la Unión Soviética, los conflictos que han tenido su triste desenlace en estos días. Es necesario reflexionar sobre el destino de este pueblo que como los judíos sufrió un genocidio del cual no se habla, a pesar de ser quizá la más antigua comunidad cristiana y de ocupar uno de los cuatro distritos en que se divide la vieja ciudad de Jerusalén. Nos es próximo, quizá más próximo que los otros de los cuales, en cambio, se habla. Lo que ocurre en Nagorno Karabakh nos preocupa y nos pone en cuestión y por eso preferimos ignorarlo.

 

14 noviembre 2023

Giorgio Agamben